lunes, 7 de diciembre de 2015

EL JUEGO DE LA AVANZADA DE LA DERECHA DISFRAZADO DE PATRIA ROJA, QUIEREN SER CABEZA DE RATON Y NO COLA DEL LEON


La agonía del Partido

Posted by: admin    Tags:      Posted date:  diciembre 6, 2015  |  Comment


Por Fredy León

No encuentro una explicación racional que justifique la posición asumida por el Partido frente al proceso electoral realizado por la denominada Unidad Democrática. No existían motivos poderosos para patear el tablero a la mala y destruir de una manera irresponsable lo poco que se había avanzado en el proceso de construir la unidad más amplia de las izquierdas, ni tampoco para que de un modo insensato se juegue con las ilusiones de más de 70 mil ciudadanos que acudieron al llamado a participar en las elecciones abiertas.

¿Y ahora qué les decimos a todos esos hombres y mujeres que confiaron en nosotros? ¿Cuál es el mensaje que enviamos a la sociedad? ¿Con qué autoridad moral vamos a pedirle su voto en las elecciones generales? ¿Con qué autoridad vamos a enrostrar a la derecha neoliberal su conducta antidemocrática y la digitación a dedo que hace de sus candidatos? ¿Esa es la nueva forma de hacer política que predicaba la Dirección Nacional del Partido?

Creo que solo algunos ilusos pensaban que este proceso de elecciones internas convocada por Unidad Democrática, iba a realizarse libre de problemas y sin tensiones internas, olvidando que éramos una alianza electoral que surgió a trompicones, de la noche a la mañana, luego de la experiencia fallida que tuvimos con el Partido de Simon. El reto era grande, no solo por lo inédito de la experiencia, sino por los incipientes niveles de organización, la inexistencia de comités de base de UD y la ausencia de una disciplina colectiva, condiciones mínimas que hubieran garantizado un proceso electoral mas transparente. Al no existir esas condiciones, lo único que quedaba era esperar que todas las fuerzas políticas integrantes de UD actuaran con madurez y honraran el compromiso asumido de respetar las reglas de juego establecidas de antemano y acatar los resultados de la consulta ciudadana.

La Dirección del Partido apostó por promover la candidatura presidencial de Gonzalo García, un excelente profesional, hombre de profundas convicciones políticas, demócrata a carta cabal y de una trayectoria intachable. Nadie ponía en dudas las cualidades personales de Gonzalo García; lo que algunos señalamos –y entre los que me incluyo- eran las dudas que teníamos sobre si él podía convertirse en el líder de masas que las izquierdas buscaban afanosamente. La Dirección del Partido tenía una fe ciega en las potencialidades electorales de la candidatura de Gonzalo García.

Las elecciones primarias eran la primera prueba de fuego para Gonzalo García y las fuerzas políticas que lo apoyaban. Nadie participa en un proceso electoral con las intenciones de perder. Haber logrado convocar a más de 70 mil ciudadanos era ya de por sí un rotundo éxito. La jornada electoral fue, por decir lo menos, ejemplar. No hubo cuestionamientos de ninguna naturaleza, y todos mostraron su satisfacción por la cantidad de votantes que se logró convocar.

En la campaña electoral la participación del Partido fue discordante, salieron a flote las debilidades de nuestra organización, la falta de vínculos con el movimiento social organizado, y como muestra del desconcierto que existe en nuestro Partido repentinamente aparecieron varios camaradas apoyando públicamente a otros candidatos, rompiendo con la disciplina partidaria y mostrando de paso que la Dirección Nacional del Partido no tiene autoridad política para implementar una sola orientación de trabajo político.

Luego de las elecciones la primera nota disonante la dio Javier Velasco con sus destempladas declaraciones al enterarse que la votación no le favorecía. Hasta ese momento nada nuevo, era parte de los costos que se tenía que asumir por haber aprobado un reglamento tan laxo que permitía la postulación de cualquier ciudadano, independientemente de sus inclinaciones políticas o de su compromiso real con un proyecto político que estaba en proceso de gestación.

Pero los problemas reales aparecieron al momento de contabilizar las actas. De las primeras declaraciones llamando a la cautela y respetar la labor del comité electoral, se pasó a las acusaciones mutuas de intentos de querer alterar el resultado de las elecciones para luego hablar abiertamente de fraude.

En esas condiciones de un ambiente de desconfianza mutua, considero que lo lógico era respetar la labor del Comité electoral elegido por consenso por todas las fuerzas políticas que confluían en Unidad Democrática, buscar una salida inteligente al impasse surgido dentro de los marcos institucionales que nos habíamos dotado, proceder a revisar las actas de votación donde existían dudas, y mantener la firme intención de respetar la voluntad ciudadana expresada en ese proceso electoral; pero en una actitud infantil y que no logro entender, el Partido optó por patear el tablero, abandonar el proyecto que hasta hace poco nos decían que era el instrumento para lograr la tan ansiada unidad, y embarcarnos en “un espectáculo lamentable” donde todos perdemos.

El Partido asumió públicamente el compromiso que iba a respetar los resultados de las elecciones internas, independientemente de quién resulte ganador. En el Partido de manera inexplicable se instauro prematuramente un clima de excesiva confianza con la candidatura de Gonzalo García. Hay quienes creen que las candidaturas presidenciales se pueden hacer en cuestiones de semanas y no valoramos en su verdadera dimensión la fuerza y presencia de los fonavistas, una organización que lleva años batallando por sus derechos. En la edición de Unidad del mes de octubre, en la entrevista que se le hizo a Andrés Alcántara se le presenta como “un peón de brega”, “el organizador perfecto del fonavismo”, la persona “que logró la organización más sólida de los últimos tiempos”. Y creo que esa descripción no estaba lejos de la realidad.

Si hay algo que siempre he criticado a la Dirección del Partido es su desconocimiento de la realidad política del país, de las fuerzas sociales y los actores políticos que existen. Si hubiéramos hecho un balance objetivo de las últimas elecciones municipales y regionales, hubiéramos tenido una idea más clara de lo que el fonavismo significa en la política peruana.

Por eso que para mí el posible triunfo de Andrés Alcántara en las internas de Unidad Democrática, no me sorprende mucho, es mas, esa posibilidad lo mencione al cc. Moisés Rocha en el evento que tuvimos en Madrid. Personalmente no comparto ni me gusta la actitud de Andrés Alcántara, pero yo no fui quien lo eligió como aliado ni decidió cobijarse bajo sus siglas partidarias con el objeto de tener posibilidad de participar en el proceso electoral, ni me ilusione con la peregrina idea que Alcántara iba a ceder su ansiada candidatura presidencial, sin dar pelea. Si lo hizo con armas vedadas o ganó a lo limpio, eso es otro asunto que al interior del Comité Electoral se debió dilucidar con claridad y transparencia. Yo lo que si creo es que Andrés Alcántara es un pésimo candidato presidencial, es nuestro Ataucusi de la izquierda, un personaje que tiene su legión de incondicionales seguidores aglutinados en los fonavistas, que ha construido una red de clientelaje partidario en base a una lucha justa, y que difícilmente podrá ser un candidato presidencial que pueda superar la valla electoral.

¿Pero no habíamos repetido hasta el cansancio que íbamos a respetar los resultados de las elecciones internas?

¿O es que todo fue una pose electoral?

Para muchos, la Unidad Democrática era una suerte de estación de paso, el último recurso para intentar posicionarse en la pugna electoral donde el Partido no ha tenido la inteligencia ni la claridad necesaria para elaborar una estrategia electoral coherente que pueda movilizar a todo el Partido en función de esos objetivos. Y parece que esa angustia de quienes aspiraban ver sus nombres en la lista de candidatos al Congreso es lo que ha llevado al Partido al suicidio político.

El Partido ha quedado totalmente descolgado del proceso electoral. Debido a los sucesivos errores cometidos por la Dirección del Partido hemos perdido credibilidad, prestigio y nuestra posibilidad de contribuir a la construcción de la unidad del pueblo se ha reducido a la nada. Y lo peor de todo, hemos entrado en una vorágine irresponsable de dimes y diretes, de recriminaciones mutuas que desdicen mucho de lo que realmente se buscaba con las elecciones internas de Unidad Democrática. Los que hasta hace poco eran nuestros aliados hoy aparecen como nuestros demonios.

Por un sentido mínimo de responsabilidad política creo que en estas circunstancias el Secretario General del Partido y el responsable de Frente Único deben dejar inmediatamente sus cargos. Ellos son los principales responsables de la debacle sufrida por nuestro Partido y del triste espectáculo que vienen ofreciendo en ese intercambio de acusaciones en que se han embarcado intentando eludir sus propias responsabilidades. Creo que por bien del Partido se debe proceder a nombrar una Dirección transitoria que conduzca al Partido hasta la realización, en la brevedad del tiempo posible, del Congreso Nacional. Hay que buscar aminorar los daños que esto va ocasionar al Partido, mantener la unidad interna, cohesionar nuestras filas y empezar a alistarnos para enfrentar la nueva coyuntura política.

Es duro reconocer pero hemos fracasado otra vez y estamos a punto de ver como la derecha se apodera del país sin que exista una fuerza política que le haga pelea. Por eso que ahora más que nunca necesitamos una nueva Dirección que pueda trabajar por revertir el fracaso en éxito.

Curiosamente dentro de todo este panorama de confusión total en que nos encontramos, asoma como una posibilidad real que las izquierdas finalmente tengamos una candidata única en las elecciones del 2016. Al haber quedado en la práctica fuera del juego electoral un sector de la izquierda, y en la que se encuentra nuestro Partido, queda la candidatura de Verónika Mendoza como la única alternativa frente a la derecha neoliberal.

Aquí tenemos que ser claros y contundentes. No debe existir espacio para las dudas ni para subterfugios de quienes nos han llevado a esta situación. El Partido tiene que tomar la decisión firme y honesta de apoyar lealmente y sin condiciones de ninguna naturaleza la valerosa lucha que Verónika Mendoza viene librando para hacer frente a la derecha y todo su aparato mediático en la batalla electoral hacia el 2016.

Las condiciones en que se viene desarrollando la campaña de Verónika Mendoza no son hasta el momento las más favorables. Sin pretender juzgar las decisiones internas adoptadas por el Frente Amplio, me parece que la aprobación de su fórmula presidencial demuestra que a su interior hay compañeros que están más interesados en obligar a Verónika Mendoza a llevar un fardo pesado que contribuir a que su candidatura obtenga mayor respaldo popular.

La responsabilidad de todos los que buscamos transformar el país debe ser aglutinarnos tras la candidatura de Verónika Mendoza, y en ese sentido el Partido ojalá tenga la grandeza de asumir a cabalidad una posición de principio y rectificar rumbos para contribuir a fortalecer la única candidatura que recoge las aspiraciones de los trabajadores y sectores populares de nuestro país.

Dicen que los dioses ciegan a los que quieren perder. Nosotros como Partido ya hemos perdido la batalla electoral, pero por lo menos intentemos perder con algo de dignidad.

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