lunes, 31 de marzo de 2014
¿Por qué deberíamos trabajar jornadas de ocho horas diarias?
Christian Bronstein y Eric Winer nos comparten una investigación sobre los efectos que tiene la jornada laboral tipificada de 8 horas y desarrollan una alternativa para llevar una vida más sana y más productiva con jornadas de 6 horas de trabajo.
“No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar.”
Bertolt Brecht
“La resignación es un suicidio cotidiano.”
Pindaro.
Aquellos de nosotros que acaso podemos considerarnos afortunados de tener acceso a un empleo dentro del contexto salvajemente competitivo, opresivo y desigual que nos impone el mercado, inmersos como estamos en medio de la vorágine social, los medios de comunicación alienantes y las urgencias de cada día, podemos olvidarnos con facilidad de nuestro lugar en la sociedad, no sólo como empleados y consumidores, sino como actores sociales productores de cambio y de progreso individual y colectivo, como auténticos co-creadores de nuestra realidad actual.
Parece que vivimos en una sociedad en donde impera el individualismo, la mezquindad, e incluso más gravemente, la adherencia pasiva, ingenua o inconsciente de la mayoría de los sujetos a la reproducción de una estructura social que, suponen, los excede, y que rara vez es evaluada de manera crítica. Una de los factores que contribuyen a esto es sin duda la absorción que implican las jornadas laborales actuales. Si se trabaja la mayor parte del día existe poco tiempo para pensar, poco tiempo para forjar un pensamiento crítico y para participar de manera transformadora y creativa en la construcción de nuestra sociedad. No parece haber tiempo más que para seguir alimentando este modo de funcionamiento del sistema. Pero este sistema está en crisis. No sólo a nivel económico, sino más profundamente, a nivel cultural. Y toda crisis demanda una transformación. Es momento de que todas las personas puedan enriquecer sus vidas y espíritus en vez de ser devoradas por la cotidianeidad del trabajo en donde las auténticas subjetividades están tan desvalorizadas.
En la mayoría de los países de Occidente se permite al empleador imponer jornadas laborales alienantes de no menos de 8 horas diarias o 48 horas semanales. ¿Puede una sociedad que aspire a una calidad de vida realmente saludable y plena de sus ciudadanos ser compatible con este contexto legal que suprime el derecho de todo ser humano pleno a volcar su actividad no solo en su vida laboral, sino también en su participación democrática y en su ámbito personal? Si con algo es coherente este actual contexto legal es con un modelo económico que contempla al ser humano como un mero engranaje de un sistema productivo, cuyo tiempo debe estar subordinado casi exclusivamente al trabajo y el consumo, beneficiando a quienes se encuentran en la pirámide del mercado.
Como señala el filosofo contemporáneo Antonio Fornés “Actualmente trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos que vivimos en una sociedad superlibre… No tenemos tiempo de ver a los amigos, de reflexionar en voz alta con ellos, ni de estar con nuestros hijos, estar de verdad. Hay que madrugar, no tenemos tiempo de hacer el amor con la persona que hemos elegido: la pasión se marchita. Lunes, martes, miércoles, jueves…. La rutina engulle nuestra vida a cambio de algún capricho, otro jersey negro que luciremos en la oficina, un mes de vacaciones, un coche nuevo para el atasco del domingo. Siento amargarte el desayuno, pero ¿eso es vivir?… ¿Abdicar de la vida para que tus hijos abdiquen el día de mañana de la suya? Mi gato vive mejor.”
Pero una cultura que ponga el valor de la vida por encima de los valores del mercado y la realización colectiva por encima de la competencia, debe contemplar al ser humano no sólo como trabajador y consumidor, sino también como individuo civil, como persona afectiva y como sujeto de realización personal e integración cultural, equilibrando su tiempo en tres instancias sociales imprescindibles: la personal, la civil y la productiva.
Como la historia ha demostrado, cada conquista de nuevos derechos laborales nos ha alejado poco a poco de los tiempos de la esclavitud declarada y ha dado lugar a sociedades relativamente menos injustas. Por ello, uno de los principales espacios sociales en donde pueden reflejarse y concretizarse los valores de una nueva cultura es el del derecho laboral. Debemos concientizarnos de la necesidad de reivindicar y defender nuestro derecho a la libertad humana frente a la jornada laboral, como una de las formas más claras de esclavización cotidiana. Reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas diarias (o 30 horas semanales) sin aplicar reducción salarial, es una propuesta realista y concretable que significaría un progreso social y cultural de no menores proporciones, repercutiendo en la calidad de vida de todo el pueblo. Es claro que esta propuesta, en principio, no reduciría la injusta distribución del ingreso imperante en nuestra sociedad capitalista (que debería constituir una preocupación paralela), pero sí sería un modo concreto de apropiarse a gran escala de la riqueza productiva –hablamos de reducir la jornada sin aplicar reducciones salariales-, ya que se traduciría en un incremento del valor hora para todos los trabajadores.
En algunos países de Latinoamérica como Venezuela, Uruguay y Argentina, afortunadamente, se han comenzado a debatir proyectos de ley que podría hacer realizable esta idea.
Lea el artículo completo en:
Cinco ricos británicos acumulan más dinero que millones de pobres
Fuente: | Prensa Latina |
Estudio de la NASA: Diferencias sociales conducirían al fin del mundo
Estudio patrocinado por la NASA indica que no sólo el cambio climático perjudicará a nuestro planeta, sino también la desigualdad entre las clases económicas.
La agencia estadounidense habría obtenido una conclusión alarmante: "la civilización podría colapsar en los próximos milenios". Para entender este apocalipsis, habría que echar la mirada sobre las diferencias sociales en el mundo.
Las causas de esta debacle de la civilización serían dos, interrelacionadas entre sí: la primera de ellas es la desigualdad entre las clases económicas más adineradas y las que tienen menos recursos. El peligro de una brecha que por primera vez aparece como un riesgo para la supervivencia de la Tierra. La otra causa sí ha tenido mucho más recorrido en los estudios: el cambio climático que deriva en "una explotación insostenible de los recursos".
Para sustentar esta tesis, el informe analiza diversos aspectos como la población, el clima y la energía y cómo se juntan los tres para formar un proceso caracterizado por "la estratificación económica de la sociedad dos bandos, las élites y las masas" y con el colapso como destino final. A esto, se uniría "la insostenible explotación de los recursos debido a la tensión energética" por el consumo excesivo de una sociedad partida en dos.
A pesar de que el informe no presenta ningún tipo de solución, sí se centra en desmontar ciertas teorías acerca de futuros remedios para esta situación. Como la que afirma que los avances tecnológicos vendrán en la ayuda de los habitantes de la Tierra. Respecto a ella, el informe es meridiano: "El aumento de la eficiencia va ligado a un aumento de la extracción de recursos y del consumo de éstos per cápita, por lo que vuelven a compensarse sin resolver el problema".
Dos escenarios
De la misma forma, se dibujan dos posibles escenarios de cara a este hipotético apocalipsis. Por una parte, el primer caso hablaría de una hambruna que reduciría de forma drástica la población. El segundo no es menos dramático, ya que se refiere a la imposibilidad de acceder a los recursos básicos. En ambos supuestos, la raza humana correría el riesgo de sufrir una erradicación.
Según los autores del estudio, las clases dominantes son las primeras que no desean este desenlace, con el fin de mantener sus privilegios. "Una distribución de los recursos de forma más equitativa" y "una reducción del consumo de recursos hasta niveles sostenibles" serían claves para tratar de reconducir una debacle que podría tener una fecha establecida.
Tomado de:
La Mula (Perú)
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